¿Sabía que tiene un tío en América? Notarios, administradores de fincas, acreedores o consulados recurren a los genealogistas sucesorios para rastrear posibles beneficiarios de gente que murió sin testar y cuyo patrimonio se ha vuelto un problema
Iván no acaba de creerse que el tipo que llamó a su puerta lo hizo para comunicarle que era el único heredero conocido de un piso en Bilbao. Primero porque no recordaba conservar ningún vínculo en la ciudad de la que su madre y su tía escaparon en 1937 con otros centenares de Niños de la Guerra, huyendo de los bombardeos y rumbo a la Unión Soviética. Carmen, que así se llamaba la madre, llegó incluso a regresar a España, aunque su ensoñación duró poco. Muertos sus padres, la familia que le quedaba la repudió por venir de donde venía. Fue así como ‘la roja’, estigmatizada en su tierra, volvió a Moscú, se casó y cuando tuvo a su hijo apenas le enseñó los rudimentos de un idioma que tan amargos recuerdos le traía. Hasta ahora.
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